Llevo muchos días sin escribir, más de los que me gustaría y
cuando encuentro un rato para hacerlo hay tantas cosas de las que me gustaría
hablar, tantos titulares… Y es que esta semana hemos asistido a un nuevo
desahucio, a una violación; el espejo de
la muerte de la grande de España nos ha devuelto el reflejo del servilismo que
seguimos padeciendo en este país y hemos sido anestesiados con un
encarcelamiento que nos venden de ejemplarizante.
Si gozara de la capacidad literaria de escritores como Maruja
Torres o de Arturo Perez Reverte, sería capaz de encontrar un hilo conductor
hábil y ácido para resolver en unas cuantas líneas todas estas cuestiones con
una elegante acidez. Lamentablemente no gozo de tales virtudes pero sí de cierto
sentido autocrítico así que me centraré en dos, dejaré aparcados los episodios
de la Corte que cobertura mediática no
les falta.
El pasado martes, los que nos sentimos parte de la Tierra fuimos
violados por un incierto puñado de euros que en el mejor de los casos
disfrutará un chulo llamado Repsol. El pasado martes asistimos impotentes a una
nueva perforación de la Tierra, esta vez, en nuestro propio país. Nada pudimos
hacer para evitar ser ultrajados, nosotros contábamos con el apoyo de Greenpeace
(asociación no gubernamental), Repsol contaba con el apoyo de la armada
española (la que debería estar al servicio de los españoles): paradójico e
irritante, luego se sorprenden del auge de Podemos (sí, al final todos los
caminos conducen a Roma…). Quizá no
hemos sabido canalizar correctamente nuestras fuerzas, quizá no hemos tuiteado
lo suficiente #CanariasDiceNo ¿O quizá no basta con tuitear? ¿Por qué ya
no salimos a la calle? ¿Hubiéramos conseguido frenar a ese monstruo llenando la
Gran vía madrileña de gente venida de toda España al grito de “Canarias dice
NO, España dice NO”? ¿Hubieran conseguido los aragoneses parar el trasvase del
Ebro con un simple hashtag? ¿Hubiera retirado Zapatero las tropas de Irak por
un trending topic?
No lo sé, de hecho, nunca lo sabremos, ya nunca lo sabremos.
Hasta hace dos días me inclinaba a pensar que no, que no basta con sentarnos en
el sofá y descargar nuestra furia contra el teclado; lo pensaba incluso cuando
las dolorosas imágenes de Carmen –la anciana desahuciada en Vallecas- comenzaban
a circular por la red pidiendo justicia social –todo sea dicho de paso, porque
la casualidad quiso que coincidiera en el tiempo con la muerte de la Duquesa de
Alba-. ¿Qué íbamos a conseguir así? ¿De qué sirve compartir fotos
sensacionalistas de una anciana que pierde su hogar? ¿Qué nos pasa? ¿Por qué no
nos arrancamos del sofá y salimos a la calle a gritar ‘Basta ya’ –como tantas
veces hemos gritado-? Y de repente, una vez más las redes sociales: el Rayo
pagará el alquiler a Carmen de una nueva casa –no creo que ésta llegue nunca a
ser su hogar-.
Algo así hace reflexionar,
una vez más ha quedado claro que lo que funcionaba ya no funciona, o al
menos, que lo que antes no funcionaba ahora sí. Ya no se puede negar que existe
un nuevo poder, que entre todos hemos creado una nueva fuerza capaz de
modificar la realidad.
Ahora bien, ¿es suficiente? ¿Puede el Rayo asumir el alquiler de todas las señoras desahuciadas
en Vallecas? ¿Puede el Rayo cambiar la legislación actual? Definitivamente no,
ni puede ni debe. No debemos otorgar a ninguna organización privada tamaño
encargo. No debemos delegar las labores del Estado en ninguna institución
privada. Si verdaderamente sentimos que no estamos de acuerdo con la legislación
actual en materia de desahucios, si no queremos vivir en un país donde personas
como Carmen puedan ser despojadas del derecho de acabar sus días con dignidad:
luchemos. Luchemos por el país que queremos porque nos pertenece y no nos
conformemos con el alivio de pensar que Carmen ya tiene donde dormir.
Hemos olvidado que nosotros damos legitimidad al poder,
hemos olvidado que este país es nuestro y que nosotros decidimos como queremos
vivirlo y dudo mucho que algo tan importante podamos recuperarlo machando un
teclado.
Foto de Andrés Kudacki (AP). Fuente: El Pais
Una vez más, y van... Hablando de la dejación de funciones del estado, y de como ha de ser sustuido en la práctica, por personas o entidades privadas que se conviertan en benefactores.
ResponderEliminarIndudablemente es un arreglo, pero no la solución. No dejan de ser parches que se van poniendo en las costuras abiertas de esta sociedad nuestra.
Lo que podemos hacer (no lo único, pero algo es algo) es ir tomando conciencia. Que vaya calando en todos y cada uno de nosotros esa certidumbre de que esta situación NO puede continuar así; que las cosas TIENEN que cambiar. Que el rumor vaya en aumento hasta convertirse en un clamor.
Tal vez así, dentro de unos meses (6 y 12 respectivamente) la ciudadanía conseguirá GANAR las instituciones: abrir las ventanas, levantar las alfombras y remover, hasta los cimientos si hace falta, tantas y tantas cosas que no funcionan como deberían, exigiendo además responsabilidades a todos aquellos que durante tanto tiempo han tenido y tienen secuestrada impunemente la voluntad popular.
Un saludo, Rodrigo. Y a continuar.
¡Qué sabias palabras Paco! Tenemos que participar en el proceso democrático con más fuerza que nunca para recuperar lo que es nuestro. No tenemos que tener miedo a poner patas arriba el país porque tantos millones de españoles no podemos estar equivocados...
EliminarSaludos!!!