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Cafetería La Bendita - Zaragoza |
No sé si nos
buscamos por empatía o por egoísmo. No sé si es la necesidad de sentirnos
plenamente comprendidos la que nos une, o es la necesidad de sentirnos
aliviados al comprobar que no sólo nuestras vidas están llenas de nubes negras…
Inexplicable
e irrefrenablemente tendemos a acercarnos a aquellos que están en un punto del
camino, al menos, tan angosto como el nuestro.
No recuerdo si
lo llamé yo o si me llamó él, si fui yo el primero en ver los rayos de su
tormenta o si fue él quien escucho los truenos de la mía; pero ahí estábamos, como
tantas veces en los últimos meses, dispuestos a inventarnos una nueva
perspectiva desde la que contarnos los mismos lamentos de siempre.
Nos sentamos
sin apenas reparar en la persona con la que íbamos a compartir mesa; una
anciana de pelo blanco y silueta delicada aparentemente atrapada entre las
páginas de un libro.