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Cafetería La Bendita - Zaragoza |
No sé si nos
buscamos por empatía o por egoísmo. No sé si es la necesidad de sentirnos
plenamente comprendidos la que nos une, o es la necesidad de sentirnos
aliviados al comprobar que no sólo nuestras vidas están llenas de nubes negras…
Inexplicable
e irrefrenablemente tendemos a acercarnos a aquellos que están en un punto del
camino, al menos, tan angosto como el nuestro.
No recuerdo si
lo llamé yo o si me llamó él, si fui yo el primero en ver los rayos de su
tormenta o si fue él quien escucho los truenos de la mía; pero ahí estábamos, como
tantas veces en los últimos meses, dispuestos a inventarnos una nueva
perspectiva desde la que contarnos los mismos lamentos de siempre.
Nos sentamos
sin apenas reparar en la persona con la que íbamos a compartir mesa; una
anciana de pelo blanco y silueta delicada aparentemente atrapada entre las
páginas de un libro.
No tardamos
ni un sorbo de café en olvidar que no estábamos solos y Toño, que está pasando
una seria crisis sentimental, empezó a relatarme las novedades –esta vez sí- de
su caótica situación.
Lleva meses
dudando de si sigue enamorado de su novia. La quiere, cómo no la va a querer,
pero ya nada es lo mismo, ha perdido o han perdido la magia. Se aferra al amor,
se aferra al cariño, a los recuerdos, a los proyectos… pero una constante duda
lo ensombrece y estropea todo, todo el ahora, todo el presente... Sus días y
sus noches se han vuelto insoportables. Cada gesto, cada hecho, cada detalle
son puestos a examen por una afilada e infatigable conciencia.
Este sábado
por fin, Toño me confesó que sí, que hay una tercera persona; alguien que a
Toño sí le llena de luz y de magia y que le invita a vivir lo no vivido –no es
baladí, Toño lleva desde el instituto con quien llamaremos Érica; sus labios no
han conocido otros besos-. Y por si fuera poco, también me contó, que ahora
Érica tiene que irse seis meses a China por trabajo, ella, que tiene pánico a
montar en un avión y que no soporta la vida alejada de Toño. Justo ahora, ahora
que Toño está lleno de dudas, ahora que él necesita echar a volar…
Hablamos de
eso, de la situación profesional de Érica, de la abnegación laboral que azota
nuestro país, de la tercera en discordia… Hablamos de mí, de la soledad que me
aterra, del tiempo fugaz, de mi miedo a desaparecer sin haber cumplido mis
sueños; hablamos de amantes, de la luz de las noches de sábado y de la
oscuridad de las mañanas de domingo.
Hablamos de
la vida, o más bien le reprochamos como si pudiera oírnos; le dimos la vuelta y la pusimos del revés:
“la vida no puede ser tan complicada”, “al final es la vida”, “no sé si nos
estamos perdiendo lo mejor de la vida”, “lo injusto de la vida”, “vivir es lo
más peligroso que tiene la vida” “qué grandes los versos de Alejandro Sanz”…
Hablamos y
hablamos y hasta buscamos consuelo sin éxito en los que ya no pueden
reprocharle nada a la vida, en los que ya sólo existen en la medida que nosotros
seamos capaces de recordarles.
Me contaba y le escuchaba, le contaba y me
escuchaba –o quizá no, quizá habíamos quedado para escuchar nuestro propio
lamento una vez más-, cuando nuestra compañera de mesa, en un leve movimiento, nos
recordó que no estábamos solos.
Cerró el
libro y con la tranquilidad que le imponían los años se incorporó. Al retirar
la silla tiró el bastón que había dejado colgado de ella. En un gesto rápido me
levanté a recogerlo, cuando me incorporé y alcé la mirada, unos ojos azules
llenos de luz pero surcados de millones de historias aguardaban a encontrarse
con los míos.
No me dio
las gracias, me hizo uno de los regalos más valiosos que nadie me ha hecho
hasta ahora: al tomar el bastón envolvió con sus manos la mía, me miró, miró a
Toño, volvió a fijar sus ojos en los míos y nos dijo:
-La vida es
un baile en el que hay que saber bailar al son que tocan.
Se marchó y
nos dejó enmudecidos de sabiduría.
Ciertamente hay que saber bailar al son que "otros" tocan. Pero no es menos cierto que la clave está en cómo interpretemos cada uno de nosotros esa música que nos llega del exterior. Interiorizándola, haciéndola nuestra e interpretándola cada cual a su manera.
ResponderEliminarCierto que las cartas están repartidas de hace tiempo (y en muchos casos, además, marcadas). Pero precisamente por eso debemos saber cómo jugarlas. Incluso en alguna ocasión habrá que sacrificar alguna de menos valor para poder conseguir el triunfo final.
Lo dejo aquí, amigo. Y perdón por tanta metáfora desaforada.
¿Perdón? Si es maravilloso lo que escribes...
EliminarLo cierto es que creo que esa es la mejor manera de "enfrentarse a la vida" aunque no siempre sea sencillo aplicar la receta...
Un abrazo
Qué historia tan bonita. Y que gran verdad.
ResponderEliminarMe gustan los recovecos del alma que últimamente alumbras con tu faro, pero de vez en cuando me gustaría que retomaras tu papel de carnicero de la realidad que nos está tocando vivir. O que recuperes alguna entrada no tan lejana de tu blog y la compares con las noticias del telediario. Puede resultar entretenido
Tomo nota pero no prometo nada jeje Lo cierto es que me está sentando de maravilla tomar distancia (de manera formal y escrita; de manera personal NUNCA) de la política...
EliminarVeremos que pasa el domingo, quizá me de un arrebato creativo y me pegue la noche escribiendo ;-)
Un abrazo
La vida nos conduce a encrucijadas, como la que muy bien relatas en tu post. Creo que la incertidumbre es lo que más daño nos puede hacer, el temor a que pase algo si haces esto, o que pase esto otro, por no hacerlo. Mientras contemplamos las distintas posibilidades, estamos paralizados, y ese miedo a equivocarnos, nos impide tomar decisiones. Tenemos que atrevernos y permitirnos el derecho a equivocarnos. Pero claro, desde fuera, se ve todo más fácil, supongo.
ResponderEliminarhttp://elfarodeniel.com/
No puedo estar más de acuerdo contigo; en algún sitio leí que la felicidad es la ausencia total de miedos. Cierto es que como tu dices cuando alguien está inmerso en medio de una tormenta es difícil ver el final de la misma,a veces, incluso difícil pensar que pasará, pero siempre pasa....
EliminarUn abrazo y gracias por pasarte por aquí :-)
Te he descubierto por casualidad, cotilleando comentarios en instagram ajeno... Desde hoy me declaro fan de tu blog y de lo bonito que escribes. Gracias
ResponderEliminarHola Ana. Muchísimas gracias por tus palabras. No sabes cuanto las agradezco y cuanta energía me dan. El próximo lunes regreso con nuevas historias y en los próximos meses inauguro alguna novedad; espero que lo disfrutes. Un saludo y bienvenida.
EliminarRaul... Q bien se siente encontrarte.... GRACIAS!
ResponderEliminarMuchas gracias Amy. Bienvenida a esta casa, a este faro. Espero que cada lunes sigas disfrutando de cada nuevo relato. Un fuerte abrazo!
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